martes, 20 de septiembre de 2011

Palabras de órdago.

C
Cabra

"Se le van las cabras". En la familia no era habitual esta expresión, en realidad ni siquiera se le conocía. La oí decir fuera de casa. Se dice de todas las personas que enloquecen y se dice así, que se les fueron las cabras. Viéndolo bien, es una expresión dulce y decente.

Como nosotros estábamos locos, pues fácil es suponer que ni siquiera nos diésemos cuenta de que nuestro ganado se había ido a pastar a quién sabe dónde y cuando reparábamos en que faltaban algunas cabezas, salíamos a buscarlas. Entonces aparecían animales de todo mundo, menos los nuestros. Esos, si no regresaban solos, eran hallados por la mamá o la tía, y si eran cabras confidenciales, se armaba la de Dios es Cristo.

Lo mismo ocurría cuando mis hermanos o yo encontrábamos algún ejemplar desbalagado de la abuela o de papá. Nos ponían como campeones por estar descobijando en público a los próceres insignes del recinto familiar. Pero eso nada más ocurría cuando intentábamos hacer cambalache. Ya se sabe que, entre hermanos, los pleitos están a la orden del día.

Con la prohibición de cabrearse convivíamos cabreados, en atmósfera cabreante. Tuve que ser muy cabrona para ya no pastorear, pues a aquel que decidía que no quería ser cabrero, le daban de cabronazos o se iba de cabroncete a encontrar un cabronzuelo, muy cabronamente dócil, o dócilmente cabrón.

Se sabe ya que las cabras son mamíferos, rumiantes. Se dice que son rebeldes, ¡pero si son de corral! Igualito a ser borrego, pero con cuernos y ya.