martes, 26 de junio de 2012

Gladiador a la española


(dedicado a Rafapal)

Rigor solar, aridez. El hombre de turbante blanco, rodeado de automóviles, pancartas y aparatos de sonido, jugaba a predicar en el desierto. Lo femenino ausente, motivo de su querella, empezaba a rebelarse hasta acá, del otro lado. Del charco y de la pantalla.

Con la izquierda sostuve el audífono. Con la diestra, moví el mouse para que la imagen durara veinte minutos más. Besé con voracidad cada palabra salida de su boca: Al sistema le interesan los eunucos…  La testosterona es insumisa, por eso dicen que es mala, y como yo no quiero ser de los malos, ¡pues me hago mariquita!... ¡Nos han jodido!...  Cuanta más homosexualidad hay, peor están las relaciones entre hombres y mujeres… así que adiós, voy a meterme en el armario…

En las pancartas, destacaba el anuncio de una empresa que no llegó a constituirse por problemas entre los socios: Demoliciones Bu$hladen, S.A. Los cuatro vientos leyeron que Es el año 007 de los Iluminati, Bilderberg… Gracias al terrorismo, la pobreza no es problema… y como los cuatro vientos nunca soplan donde es pertinente, no tuve cabeza fría, no entendí  por qué, gracias al problema, la pobreza no aterroriza, ni aterriza…

La progesterona tampoco es dócil.  Asistí al hecho porque quise tener entre las manos esas mejillas impecables.  Busqué reflejo en los ojos tristes, fuertes, escrutadores. Ya no pude tener ni una duda cuando quise adivinar su olor, me vi acariciándole el cuello y conté, como si fuera un rosario, los eslabones de la cadena que sostenía su dije.




 Click del mouse. Enfundado en un abrigo gris y unos gruesos pantalones negros, el hombre del turbante blanco había pasado a ser de la boina roja. Pensé en un gorro frigio. Y tuve la frivolidad de traer a la mente una música de zarzuela, mientras en el vídeo, toda la gente marchaba en protesta por el 11M.

Por la calle de Alcalá/ con la falda almidoná/ y los nardos apoyaos en la cadera/ la florista viene y va/ y sonríe descará… se confundió con los gritos ¡NO FUE LA ETA, LO HIZO LA OTAN..!

Una vez más, me di banquete de palabras: Pues yo soy Rafael Palacios, me conocen como Rafapal en Internet, y bueno, hoy es el día que la derecha y la izquierda se unen, en este caso en España, para decir qué es la verdad de qué es lo que pasa con el terrorismo… El buen mozo no me ve, ni me dice venga usted a ponerme en la solapa lo que quiera…

Otro dedazo. Sin gorra ni turbante, en su palacio, tal como dijo la reportera que lo entrevistó, parecía un rey. Con ropa cómoda, de invierno,  sentado con las piernas cruzadas, en una posición de yoga cercana a la flor de loto, amenazó con levitar por encima del sofá.  Entonces, decretó: Cualquier dios que se diga como tal y que solo sea dios para un cierto grupo de personas, ontológicamente no puede ser el dios verdadero. Flechazo. Directo y a la cabeza. Hice a un lado cualquier pensamiento de celos. ¡No era yo la mujer que estaba sentada a su lado en el vídeo, y punto!

Hay algo de verdad en lo que escuché de la fobia al sexo opuesto. Y a las jerarquías. Pero más enseñaron con sus cuerpos. Ella, con la pierna izquierda cruzada sobre la derecha, avanzó en el diálogo con su muleta de cambiar un poco de tema, y ya para terminar un poco, y el micrófono, como la florista de Alcalá, iba y venía. La reportera hurgó en el ambiente con la mano libre. Hizo juegos malabares y encontró nuevas ideas para seguir conversando.




Mi amigo el mouse, me llevó a otro sitio. Una entrevista del hombre de mis deseos a un argentino raro. El único humilde que debe existir. Rafapal formuló la primera pregunta para José Luis Parise: Bueno, eh… estamos en el dos mil once… el dos mil diez fue el… yo creo, el Año Nassim Haramein en las redes de conciencia…  del planeta, pues apareció ese… ese ser, con esa cantidad de información a caballo entre la ciencia y la mística y… bueno, aquí como en el mundo, digamos…

¡Nassim! ¡Haramein! Dos palabras que me sonaron a clave, ¡del árabe o del hebreo! Las conversaciones entre hombres suelen ser herméticas y las mujeres, a menudo, tenemos que violar el hermetismo.

La entrevista, pese a estar publicada en Internet, era muy íntima. Tuve la sensación de estar escuchando detrás de la puerta algo que no me correspondía. Es delicioso oír hablar a los hombres. Y doloroso aceptar que nunca han departido con nosotras con ese mismo respeto.

 Nassim Haramein es un fisicomatemático suizo que da conferencias por todo el globo terráqueo acerca de fractales, geometría analítica y todas esas cosas por las que me reprobaron en preparatoria. Él habla de átomos y física cuántica como si estuviera dando una función de comedia stand up.  Si los profesores fueran así de divertidos, no se si a todo mundo le gustaran los números, pero estoy segura de que nadie reprobaría.


La entrevista Parise-Palacios transcurrió serena. Rostros complacidos, sonrisas, interés mutuo, cercanía emocional. Ambos narraron anécdotas de sus respectivas iniciaciones en el camino del conocimiento esotérico. Tuvieron encuentros significativos con animales. José Luis con un toro y mi amor platónico, en su viaje a La India, con un mono que se comió la punta de uno de sus zapatos. Empecé a imaginar dónde le hubiera dado a él la mordida, de haber sido yo ese animal.

Cambió la imagen. Y el audio. Un alarido puso ante mí a Rafapal con el torso desnudo, acostado en un tapete sobre dos tablas.

El psicólogo venido a curandero, le pasó las manos por encima de los ojos, ¡y lo cacheteó! No lo podía creer. El hombre especializado en armar pollos en los aeropuertos, bramaba, obediente, ¡y se dejaba golpear! ¡Tenía que entender por qué, aunque eso implicara olvidar la fantasía de hundir la nariz en el vellón de su panza! Aunque ya no le pasara los labios por ahí del ombligo… ni acariciara su cintura…

 Antonio Calderón pasó una y otra vez las yemas de los dedos en el cuerpo rafapaliano, hasta que salieron vivencias de otras épocas: latigazos en la espalda, a la altura del hombro derecho,  huellas de una cuerda en el cuello y un hachazo por el rumbo del diafragma, todo eso recibido y soportado como combatiente.

Rafael Palacios mencionó a Espartaco. ¿Quién pudo haber sido, si es que vivió en ese tiempo de esclavos y gladiadores? Mi cachondez propuso que me sintiera Varinia, que me asumiera acostada bocabajo, sobre él, y le susurrara al oído: Aguanta, aguanta un poco, que te lo quitan de una vez y por toda la eternidad…