domingo, 17 de noviembre de 2013

De luces, plata y tepalcates

-Vaya, parece que tenemos la luna en casa. -dijo Froylán, con un dejo de ironía. Aquella luz intensa, redonda como paréntesis emergente, metió por la ventana, cual niño que invita a sus amigos, al azul estrellado de la noche.

Era imperdonable esa invasión al recinto, y, más imperdonable aún, que ella lo provocó. Las cortinas se hicieron de amarillo y rojo relucientes, el marco de la ventana se veía color de tierra y la pared, ¡su pared azul celeste, volvía el lugar transparente! ¡Quería un sitio acogedor, no estar a campo traviesa!


En la mirada de Enriqueta se podía leer que recibiría más críticas. La nueva lámpara no había sido del gusto de nadie. Jugó, nerviosa, con la toalla y el plato que estaba secando. Siempre que la dejaban elegir la compra de algo, desacreditaban su esfuerzo, pero esta vez sería diferente. Estaba decidida. Si Froylán no aceptaba la devolución del dinero, le estrellaría el plato en la cabeza.


3 comentarios:

  1. Hubo un tiempo en que cogí auténtica aficción a los microrrelatos. Me parece un género narrativo potente a la vez que enigmático. Tengo entendido que en Hispanoamérica está o ha estado en auge. Un saludo.

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    1. Éste y el de "Testigo presencial" son los primeros que me salen bien. En este mismo blog tengo un relato en serie; todas las entradas que se titulan "Los nuevos señores, los nuevos villanos". Viene siendo mi segundo libro. Estoy todavía acostumbrada a escribir relatos largos, pero me gusta el microrrelato porque me ayuda a ir más al grano. Uno tarde o temprano vuelve a las raíces, pero me gusta lo que me está saliendo.

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    2. Y sí está en auge por acá el microrrelato. Todos mis amigos escriben así, me sentía como bicho raro. Ji, ji, ji...

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